Del Arte de la Imagen al arte de cambiar la vida

El  emprendimiento  de Gregorio Enrique Torres Hernández se llama Taller Creativo  y está enfocado a las artes visuales, abarcando desde la  fotografía profesional para eventos sociales, moda, actividades  artísticas,  hasta fotos personalizadas o pinturas abstractas contemporáneas realizadas por él mismo. 

 

Para Enrique, la decisión de migrar nació  de la necesidad de mejorar la calidad de vida especialmente  la de su familia.  Según cuenta, “quería darle a  mi hijo mejores oportunidades de vida, un futuro con más opciones, que viera en su vida posibilidades de ampliar sus intereses.” Durante meses sopesó   opciones acotándolas al  pequeño presupuesto del que disponían. Por medio de su  hermana mayor, pudieron partir hacia  Bogotá, pero luego de un mes de vivir allí, se vieron en la necesidad de   buscar  mejor destino: Perú. En ese momento no tomaron conciencia de qué tanta lejanía de Venezuela les iba afectar emocionalmente de un modo increíble. “Creo que una de las cosas más difíciles es llegar a un nuevo país a vivir y no conocer a nadie”, asegura, “nosotros éramos nuestro único apoyo. Nos costó unos cuantos meses superar esa sensación de soledad tan fuerte, aunque cuando lo logramos, de algún modo se  nos abrió la mente”.

 

Tal como describe, el hecho de que durante muchos meses se vieran obligados a soportar interiormente la sensación de sentirse  deprimidos y sin nadie en quién confiar, no les impidió luchar para empezar  de cero, costara lo que costara.

Enrique está seguro de  que fue el  vacío social, el no tener una red de conocidos, lo que le empujo a buscar una ayuda en OIM, cuando una amiga de la familia les pasó un  link para  postularse y recibir formación y ayuda a fin de poder crear  su propio negocio. De inmediato tuvo claro que su emprendimiento debía ser reflejo de  lo que realmente le apasionaba: hacer del arte  y de su lenguaje universal un medio de vida. De hecho, su  habilidad  y creatividad innatas para  la pintura, a la que había integrado la fotografía a sus veinticinco años, le daban seguridad a la hora de conocer el producto con el que iba a trabajar.   

 

Esa fue la razón por la cual la vida de Enrique cambió  cuando supo que  había sido  seleccionado para el taller de Plan de Negocios. Tenía el producto y aprendería un método, en una Organización como  OIM a la que estará toda la vida agradecido, ya que pensar en  las personas que migran con urgencia, que integra une, da empuje,  y  encamina los  emprendimientos de las persona s en situación de movilidad obligada, ha sido para él una bendición. Aunque considera que  luego llegó otro gran regalo: la posibilidad de participar de Mentorías con personas que habrían migrado como él y su familia, que vivían en la misma ciudad. Así lo refiere con sus propias palabras:

“He de decir que esas sesiones  me hicieron reflexionar, analizar y descubrir nuevas cosas de mí mismo. Personalmente sentí que me ayudaban a convertirme en una mejor persona. No solo me refiero al campo profesional, sino  a nivel  humano y personal. Las mentorías  me hicieron ser  más empático, y la consecuencia de ello fue una mejora en el negocio. Empecé a  entender más  y mejor a mis clientes. Me hicieron despertar nuevas ideas que llevé al taller de artes. Creo que fue comprobar cómo mi cambio  impactaba positivamente en mi negocio que he abierto  una ampliación que pronto verá la luz: los  talleres de arte para niños y adultos.”